miércoles, 29 de enero de 2014

La 'huella' de los pesticidas en el Alzheimer

Un avión fumiga con plaguicidas una plantación del sur de Filipinas.
Es mucho todavía lo que queda por averiguar sobre el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, pero los cientos de grupos que investigan sobre este tema arrojan, lentamente -sobre todo para pacientes y familiares-, cada vez más luz sobre sus posibles causas. Uno de esos trabajos es el que ahora publica la revista JAMA Neurology y que viene a incidir en la importancia del ambiente en este trastorno. Porque esta investigación ha identificado que haber estado expuesto a un pesticida como el DDT aumenta el riesgo de tener este trastorno.
El DDT, sintetizado por primera vez en 1874, fue utilizado ampliamente como insecticida agrícola y forestal a partir de 1939. Décadas más tarde diferentes estudios demostraron sus efectos nocivos sobre la salud y se fue prohibiendo paulatinamente en muchos países. Estados Unidos lo hizo en 1972 y España le siguió oficialmente a finales de esa década. Sin embargo, nuestro país siguió permitiendo el empleo de esta sustancia para elaborar dicofol, un plaguicida, y no fue hasta 2008 cuando lo prohibiría como sustancia intermediaria para el desarrollo de otros compuestos.
Quizás por este uso prolongado, por la comercialización ilegal o porque los metabolitos derivados del DDT, denominados DDE, permanecen varias décadas en el ambiente y en el organismo humano, varios estudios han constatado la presencia de estas sustancias en un gran número de personas. "Detectamos DDE en el 100% de la población española. En Cataluña se hizo un estudio representativo, donde se demostraba esta presencia, pero no es el único. Siempre que se ha estudiado una muestra poblacional se encuentra DDE en la totalidad de ellos, esto incluye a recién nacidos, lo que significa que el feto ha estado expuesto a esta sustancia durante el embarazo", afirma Miguel Porta, investigador del Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar (IMIM).
Este experto, que ha dirigido varias investigaciones al respecto, señala que la presencia de DDE en sangre demuestra que "estamos fracasando en detectar la exposición a esta sustancia, porque hacemos oídos sordos a los estudios que nos dicen que estamos expuestos al DDE y que lo vinculan con problemas en la salud".
Precisamente el grupo responsable del estudio que ahora publicaJAMA, dirigido por el doctor Dwight German, de la Universidad de Texas (EEUU), publicó en 2011 un trabajo en el que se vinculaba la exposición a un pesticida, el beta-HCH, con un mayor riesgo de enfermedad de Parkinson. En aquella ocasión, "encontramos que los pacientes con Alzheimer no presentaban en sangre niveles elevados de este pesticida, pero sí DDE. Por lo que decidimos buscar más detenidamente esta sustancia".

La investigación

Por este motivo, iniciaron este nuevo estudio centrado en buscar DDE en 86 pacientes con Alzheimer y en 79 personas sin este trastorno. El análisis ha constatado que 74 de las personas con este trastornotenían en su sangre cuatro veces más cantidad de DDE que los 79 voluntarios sin este problema. Además, aquellos sujetos con una mutación genética que les predispone a tener esta enfermedad y con altos niveles del plaguicida en sangre habían desarrollado un deterioro cognitivo más severo que los pacientes sin este gen. Al mismo tiempo, los análisis de muestras de cerebro (de enfermos fallecidos) mostraron que la presencia del metabolito del DDTaumentó la cantidad de una proteína asociada con las placas amiloides características del Alzheimer.
"Nuestros datos necesitan replicarse en estudios con un mayor número de participantes. Incluso aunque otros trabajos demostraran lo mismo que este, las interacciones entre genética y entorno probablemente tendrán un papel más importante que la exposición medioambiental por sí sola", explica a EL MUNDO el doctor Jason R. Richardson, uno de los autores de este trabajo y profesor asociado del departamento de Medicina Ocupacional y Ambiental de la facultad de medicina Robert Wood Johnson de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey (EEUU).
No obstante, Richardson no descarta que otros pesticidas estén involucrados en este trastorno, "particularmente los organofosfatos. Ya hay alguna evidencia de esto en la literatura científica", afirma.
Precisamente esa evidencia es la que apunta Porta: "Los resultados no me sorprenden. Me parecen importantes, pero ya ha habido otros estudios con resultados similares tanto para Alzheimer como para Parkinson. Lo que me preocupa es que no atendamos a las pruebas científicas que van apareciendo".

Factores genéticos y ambientales

"Son datos muy atractivos, aunque este vínculo explicaría sólo unos casos de Alzheimer, no todos. Si esto se confirmara en otros estudios, todavía no sabemos de qué proporción de casos estamos hablando, ni cuánto tiempo tendría que estar expuesta una persona ni a qué dosis. No obstante, creo que lo más importante es haber llamado la atención sobre que este vínculo, porque ahora se investigará más sobre esto", explica Pablo Martínez Martín, neurólogo y director científico de la Unidad Multidisciplinar de Apoyo de la Fundación Centro de Investigación de las Enfermedades Neurológicas.
Por su parte, Guillermo García Ribas, coordinador del grupo de Estudio de Conducta y Demencia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), señala que "el trabajo traduce la importancia del impacto ambiental en la enfermedad neurodegenerativa. Se ha hecho, durante mucho tiempo, gran hincapié en la genética, pero hay que tener en cuenta factores como la exposición a tóxicos".
Las últimas dos generaciones "son las más longevas que cualquier generación anterior, pero han estado expuestas a condiciones que pertenecen ya a los antepasados, como la minería, pesticidas, guerras, mala alimentación... y estas cosas tienen un impacto mucho tiempo después, al cabo de 20, 30 o 40 años. Mucha gente se empeña en ponerse en forma a los 60, pero la clave está en las edades medianas de la vida. Lo que hagamos entonces lo vamos a cobrar años más tarde. La exposición a pesticidas no son la causa del Alzheimer, porque si así lo fuera ya se habría visto, sino que son uno de los múltiples factores que predispone a que esta enfermedad aparezca", concluye García Ribas.
En la misma línea insiste Martínez Martín quien afirma que "estas relaciones hay que tomarlas con mucha precaución. Sólo se ha demostrado que el traumatismo craneal repetido genera mayor producción de beta amiloides y esto puede favorecer la aparición precoz de Alzheimer. Algo parecido puede ocurrir con los pesticidas, pero también podría pasar con las infecciones y otros factores. Estos datos probablemente contribuyan a la creencia de que muchas cosas distintas contribuyen a una misma enfermedad".

jueves, 16 de enero de 2014

Aclaran dónde exactamente comienza el Mal de Alzheimer y cómo se propaga

Usando resonancia magnética funcional de alta resolución para confeccionar imágenes internas del cerebro en pacientes con enfermedad de Alzheimer y en modelos de ratón de esta enfermedad, un equipo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia, en la ciudad estadounidense de Nueva York, ha conseguido aclarar tres aspectos fundamentales sobre el Mal de Alzheimer: Dónde se inicia, por qué se inicia allí y cómo se propaga. Además de ayudar a conocer mejor la enfermedad, los resultados de la nueva investigación podrían servir para mejorar su detección precoz, algo muy importante ya que en la fase inicial de la dolencia es cuando los fármacos pueden ser más efectivos contra ésta.

Se sabe desde hace años que el Mal de Alzheimer comienza en una región del cerebro conocida como corteza entorrinal, pero el nuevo estudio que ha realizado el equipo del Dr. Scott A. Small, director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer, del citado centro médico, es el primero en mostrar en pacientes vivos, que la afección se inicia específicamente en la corteza entorrinal lateral, o LEC por sus siglas en inglés. Se considera que la corteza entorrinal lateral es una puerta de enlace hacia el hipocampo, que desempeña una función decisiva en la consolidación de recuerdos dentro de la memoria a largo plazo, entre otras funciones. Si la corteza entorrinal lateral está dañada, el funcionamiento del hipocampo sufrirá consecuencias negativas.

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La enfermedad de Alzheimer se inicia en la corteza entorrinal, aquí señalada en amarillo. Usando resonancia magnética funcional por imágenes en cerebros de ratón, a la izquierda, y de humano, a la derecha, los investigadores aportan pruebas de que la enfermedad se propaga a partir de la corteza entorrinal a otras regiones corticales, mostradas en rojo y que concretamente son  la corteza perirrinal y la corteza parietal posterior. (Imagen: Usman Khan / Laboratorio de Scott A. Small, Centro Médico de la Universidad de Columbia)

El nuevo estudio muestra también que, con el paso del tiempo, el Mal de Alzheimer se propaga directamente desde la región de la corteza entorrinal lateral hacia otras áreas de la corteza cerebral, en particular la corteza parietal, una región cerebral que interviene en varias funciones esenciales, incluyendo la habilidad de orientarse y desplazarse por el entorno y de representar en el cerebro la información espacial.
El tercer descubrimiento importante del estudio es que la disfunción en la corteza entorrinal lateral surge cuando coinciden cambios nocivos en la proteína tau y la proteína precursora amiloidea. La corteza entorrinal lateral es especialmente vulnerable a la enfermedad de Alzheimer porque en su funcionamiento normal ya acumula una cierta cantidad de proteína tau, lo que hace más sensible a esta región ante la acumulación de proteína precursora amiloidea. Juntas, estas dos proteínas dañan a las neuronas de la corteza entorrinal lateral, estableciendo las condiciones propicias para el desarrollo del Alzheimer.

jueves, 9 de enero de 2014

Científicos de la UCA relacionan el alzheimer con la diabetes

 

zoom

¿Qué es lo que hace que una persona tenga Alzheimer? ¿Qué es lo que lleva a que se desarrolle esta patología? ¿Hay lesiones que hacen que esta enfermedad sea más grave o aparezca a edad más temprana? Encontrar las respuestas a estas y otras cuestiones similares es el punto de partida del trabajo de diversos investigadores de la Universidad de Cádiz, que, en colaboración con el Hospital Puerta del Mar, la Harvard Medical School y el Instituto de Salud Carlos II de Madrid, han publicado en la revista Psychoneuroendocrinology, un artículo en el que se relaciona la diabetes milletus tipo 2 con enfermedades que poseen algún tipo de demencia vascular como el Alzheimer.

Para entender el trabajo realizado por este grupo de investigadores, del que forma parte la doctora Mónica García-Alloza, es importante tener en cuenta que "nosotros nos hemos centrado en analizar una relación que cada vez tiene más aceptación dentro de la comunidad científica, hablamos de la relación entre la enfermedad de la diabetes mellitus tipo 2 y el Alzheimer. Contamos en nuestro equipo de trabajo con expertos en metabolismo, como el doctor Alfonso María Lechuga, del Hospital Puerta del Mar, y la doctora Irene Cózar, quien actualmente se encuentra trabajando en la Universidad de Valladolid. Además, hemos analizado mucha bibliografía donde hay estudio epidemiológicos que muestran una relación muy estrecha entre diabetes y Alzheimer, y en la que se afirma que la diabetes es un factor de riesgo importante para padecer Alzheimer u otro tipo de demencia vascular", explica la profesora García -Alloza.

Así, estos investigadores comenzaron a trabajar con un ratón que carece de receptor para la lectina (por lo cual es un animal que no siente saciedad en ningún momento, es obeso, come compulsivamente), lo que lo ha llevado a una alteración en todo su metabolismo, a desarrollar una resistencia insulínica y a acabar teniendo diabetes de forma muy temprana. "Comenzamos a trabajar en estos ratones para ver cómo estaba su sistema nervioso central y curiosamente vimos un modelo experimental que estaba caracterizado muy bien a nivel periférico para estudios de síndrome metabólico o para analizar modelos de obesidad o diabetes pero que a nivel central, realmente no lo estaba", como explica la también docente de la Facultad de Medicina de la UCA, Mónica García-Alloza. "Lo que nos sorprendió muchísimo fue que en el momento en que sacamos el primer cerebro de un ratón afectado por diabetes mellitus tipo 2 vimos que tenían una atrofia cerebral brutal. Los cerebros eran muchísimo menores que los cerebros de otros ratones de la misma edad que sí tenían lectores para la lectina", continúa la doctora.

A lo largo del tiempo, lo que estos científicos han comprobado es que estos ratones que padecen diabetes mellitus tipo 2 sufren daños primero en la corteza y luego en el hipocampo, ambas zonas son dos regiones cerebrales especialmente relevantes en los procesos de aprendizaje y memoria. Es decir, "en nuestro modelo parece que antes se afecta la corteza y conforme avanza la patología diabética se afecta también el hipocampo. También observamos que el cerebro de estos ratones tiene un aumento muy importante de hemorragias espontáneas, son hemorragias muy pequeñitas, pero son hemorragias que nos lleva a relacionar la diabetes con un tipo de demencia vascular". Este hecho, "no es sorpresivo, pero la verdad es hasta ahora nadie lo había visto con tanta claridad", sentencian desde la Universidad de Cádiz.

Además de ello, el estudio ha llevado a este grupo de investigadores a afirmar que "estos ratones tienen características patológicas similares a lo que se observa en la enfermedad del Alzheimer, porque la fosforilación de tau, que es una proteína que al hiperfosforilarse termina dando lugar a ovillos neurofibrilares (conglomerados anormales de proteínas), también está aumentada". Este hecho, "aumenta con la edad y también afecta preferentemente a la corteza, esto es algo que se ve de manera muy secuencial", como sostiene Mónica García-Alloza. Primero, se ve afectado a nivel patológico la corteza y después, al hipocampo. Pero eso no es todo, "cuando comprobamos el nivel cognitivo de estos ratones vemos que también tienen limitaciones cognitivas muy importantes, como ocurre en los pacientes que tienen Alzheimer". Es más, "se observan que van empeorando a medida que la enfermedad va avanzando. Cuando la diabetes mellitus está muy cronificada, evidentemente los problemas cognitivos son muy importantes".

Este estudio, cuyo resultado ha sido publicado bajo el título Differential central pathology and cognitive impairment in pre-diabetic and diabetic mice, es un paso inicial para ver qué bases comunes hay entre la diabetes y la enfermedad de Alzheimer. "A partir de ahora seguiremos trabajando en esta línea aunque con un nuevo modelo, un modelo transgénico de enfermedad del Alzheimer que transforma placas seniles", en palabras de la doctora García-Alloza.

En el artículo publicado en la revista Psychoneuroendocrinology, aparecen como autores además de Mónica García-Alloza, los investigadores Juan José Ramos Rodríguez, Óscar Ortiz, Margarita Jiménez-Palomares, Kevin R. Kay, Esther Berrocoso, Maria Isabel Murillo-Carretero, Germán Perdomo, Tara Spires-Jones, Irene Cózar-Castellano y Alfonso María Lechuga-Sancho.

Estoy pensando en un acontecimiento asombroso, que habla de la situación de nuestra sociedad. En el Reino Unido han creado un ministeri...