lunes, 22 de noviembre de 2010

EL PARKINSON: DR. GURUTZ LINAZASORO.


EL Parkinson es mucho más que una patología del movimiento; los pacientes, además de rigidez y temblores, tienen otros muchos problemas: sexuales, dificultades de memoria, del habla, del sueño, del olfato... Y el problema reside en que cuando el médico puede relacionar estos avisos con el Parkinson, el cerebro ya ha perdido entre un 50 y un 70% de las neuronas que producen la dopamina y cuya pérdida provoca los síntomas motores, explica el neurólogo Gurutz Linazasoro, director del centro de investigación de esta enfermedad de la Policlínica Gipuzkoa de Donostia.

Investigaciones recientes indican que el comienzo de la enfermedad en el cerebro puede preceder en más de 10-20 años a sus manifestaciones clínicas típicas como los trastornos motores: temblores, lentitud de movimientos, con síntomas vagos e inespecíficos como pérdida de olfato, trastornos de conducta durante el sueño, depresión o estreñimiento.

"Hasta hace poco, entendíamos que el diagnóstico precoz era sinónimo de establecer un diagnóstico lo antes posible tras la aparición de los primeros síntomas motores. Hoy en día, hablamos de diagnóstico precoz como el que se establece años antes de que aparezcan los síntomas motores, en la fase premotora de la enfermedad. Este es el gran reto, pero hay una serie de obstáculos que deben ser tenidos en cuenta". ¿Cuáles? "Sobre todo el determinar el riesgo de cada uno con certeza absoluta. Si se identifica la enfermedad en esta fase precoz y se logra retrasar los síntomas unos años, el número de enfermos se reduciría a la mitad en dos o tres décadas", explica Gurutz Linazasoro, involucrado en la investigación del Parkinson, un trastorno neurológico crónico, neurodegenerativo e invalidante.

En la actualidad, en el Estado español afecta al 2% de la población mayor de 65 años -en Euskadi a unas 7.000 personas-; las perspectivas de futuro prevén que los afectados se dupliquen para el año 2025 y llegue a triplicarse en 2050.

no sólo temblor La enfermedad se caracteriza por las pérdida progresiva de las neuronas que producen dopamina, un elemento químico fundamental para el control del movimiento muscular. Por ello, junto al temblor existen otros síntomas que delatan su presencia, entre ellos la lentitud de movimientos, la sensación de rigidez en el brazo, pérdida del olfato, alteraciones del sueño, hipotensión, ansiedad, problemas visuales.... "Para cuando el médico puede relacionar estos avisos con el Parkinson, el cerebro ya ha perdido el 50% de las neuronas que producen la dopamina", añade Linazasoro que ha participado, junto a otros expertos, en el VIII Seminario Lundbeck de Neurología Enfermedad de Parkinson: Diagnosticar para prevenir, celebrado en Sitges.

"Actualmente hay un enorme interés por los síntomas no motores del Parkinson, unos síntomas que no son específicos de la enfermedad. Identificar cuándo una persona que los sufre es candidata al diagnóstico de esta dolencia es un reto para la investigación biomédica. Ahora se sabe que pueden pasar muchos años de silencio con síntomas que no se sospechaba que tuvieran que ver con el Parkinson, cuando en realidad sí son síntomas del mal", explica Julia Vaamonde, neuróloga del Hospital General de Ciudad Real.

El desarrollo de actuaciones terapéuticas preventivas efectivas en esas fases iniciales "silenciosas", o cuando menos mínimamente sintomáticas del mal, es crucial para evitar la aparición de síntomas motores incapacitantes. Sin embargo, es algo complejo, debido a que aún no se disponen de terapias que detengan la progresión de la enfermedad. "Además, se sabe que no todas las personas con una alteración del olfato o con anomalías en las pruebas genéticas o en el DATscan acabarán desarrollando los síntomas motores de la enfermedad del Parkinson. Es más, los datos epidemiológicos indican que serán una minoría", subraya Linazasoro.

La edad media del inicio del Parkinson se sitúa en los 61 años en Europa, e incide sobre todo entre los 50 y los 80 años. Pero, al menos un 25% de los pacientes afectados son menores de 60 años. "No hace mucho tiempo, cuando se veía en la consulta a una persona de 35 años o menos casi ni se pensaba que pudiese padecer Parkinson", apunta el neurólogo del Hospital Donostia.

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